Moore, James

Hablar de la familia Moore es hablar de una familia vinculada a las artes escénicas desde hace generaciones. Su padre, Rupert Moore, sin ir muy lejos, fue un famoso actor tan conocido por las películas que protagonizaba como por sus amoríos y escándalos amorosos. Fruto de una de sus tantas relaciones fugaces fue que nació James, o por lo menos eso fue lo que todo el mundo creyó durante mucho tiempo. Su padre nunca hablaba sobre su madre como tampoco hablaba sobre ninguna de sus conquistas, pero el silencio que guardaba sobre la madre de James era casi sepulcral, como si hubiera algo en ella o en su relación que no quisiera recordar.

Con todo, la infancia de James fue bastante tranquila. Pronto aprendió que no debía preguntar por su madre y que obtendría muy pocos resultados si lo hacía. Las cámaras y los set de grabación se volvieron en parte de su vida a tal punto que hubo momentos en los que pasaba más tiempo detrás de cámaras que en su propia casa. Había algo en todo eso que le gustaba y que, al mismo tiempo, odiaba. La exposición a la que estaba sometido por ser la siguiente generación de un largo linaje de actores fue, durante mucho tiempo, exasperante.

Su padre insistía en que debía ser actor, pero James tenía claro que no quería dedicarse a la actuación: lo tuvo claro desde que Sally, una guionista que fue la segunda esposa y la relación más duradera que tuvo su padre (y quien le dio dos hijos), le regaló su primer cámara de video para su décimo segundo cumpleaños. Si capturar la realidad con una cámara fotográfica era fascinante (y él lo sabía por experiencia propia), hacerlo con una cámara de video era sencillamente mágico. Capturar una porción de la realidad, poder inmortalizarla con audio y con movimiento, debía ser lo más parecido a la magia.

A los diecinueve años su vida cambió por completo, no solo porque había llegado la hora de estudiar lo que desde hacía ya algunos años tenía muy claro que deseaba estudiar, sino porque un par de personas extrañas se presentaron en su casa. Decían ser miembros de la Orden de Kaddun y la revelación que le dieron a James lo dejó a él tanto como a su familia con la boca abierta: era un semidiós. Su madre, esa extraña mujer de la que su padre jamás quería decir nada, era la mismísima Afrodita. Al principio se negó a aceptarlo, pero las pruebas estaban ahí y, al final, su padre no tuvo más remedio que aceptar la realidad y reconocer que James era, de hecho, un semidiós. Si lo deseaba, existía una universidad en Tampa, Florida, donde podría estudiar y, al mismo tiempo, encontrarse a salvo del mundo exterior.

Dejó atrás el estado de California donde había vivido toda su vida y se marchó de Florida para ingresar en Sunbay University como estudiante de la carrera de Cinematografía y Artes Audiovisuales, todavía sin que su padre pudiera entender del todo que su hijo prefiriera pasar desapercibido detrás de cámaras en lugar de brillar en la pantalla como cualquier Moore, pero ese anonimato era justamente lo que James buscaba y que disfrutaba mucho más. Además, actuar no se comparaba con el trabajo verdaderamente apasionante que se realizaba detrás de cámaras.

Con muy buenas notas se graduó unos años más tarde y empezó su andadura en el mundo cinematográfico mientras comenzaba a pensar en ampliar sus conocimientos con estudios de posgrado. Hace un año y tras diez de haberse graduado de Sunbay University y con un título de doctor en Estudios de Cine por la Universidad de California, James regresó a su alma mater para ejercer como profesor de Producción Audiovisual, con el mismo entusiasmo y pasión con la que una vez ingresó como estudiante.